Originally published in Letraurbana in September 2020
Las consecuencias de la pandemia actual ponen a la educación ante una situación excepcional, en la que toda la estructura educativa enfrenta un gran desafío para poder continuar.
Las escuelas se cerraron, pero necesitan reabrir. ¿Cómo será la transición, qué se mantiene y qué es lo que esta crisis muestra que hay que cambiar definitivamente?
Estas preguntas que sacuden los cimientos de lo que hasta ahora conocemos en el campo de la educación, nos interpelan fuertemente. Y las respuestas que se intentan no están libres de confusión ni de controversias.
Pasi Sahlberg, educador y autor finlandés, trabajó como maestro de escuela, educador de docentes, investigador y fue asesor, entre otras, de la reforma educativa en Finlandia, es con quien quisimos conversar sobre lo que está pasando.
Por su visión y experiencia Pasi Sahlberg es un referente en los foros educacionales y fue reconocido con el 2013 Grawemeyer Award in Education. Actualmente reside en Australia y desarrolla su trabajo como profesor en Políticas de la educación, en la Universidad de Nueva Gales del Sur.
¿Cuáles son sus observaciones generales sobre la educación en el transcurso de la pandemia del COVID-19?
Primero, tenemos que reconocer que las escuelas en todo el mundo no estaban preparadas para este tipo de disrupción masiva que la pandemia del COVID-19 creó en marzo de 2020. Aproximadamente 1.7 mil millones de niños se vieron obligados a estudiar desde sus casas cuando sus escuelas cerraron para prevenir el contagio del virus. Tenemos que ver lo que ha pasado en las escuelas ante esta conmoción repentina que puso a prueba a los sistemas educativos en cuanto a su flexibilidad, adaptabilidad y creatividad. Sin lugar a duda se escribirán muchos libros y artículos sobre lo bien que los sistemas educativos lograron sobrellevar esta conmoción centrándose en estas tres características y algunas otras, en los diferentes países. Segundo, en la mayoría de los países de los que he estado al tanto durante esta crisis, los educadores han sido reconocidos como “trabajadores esenciales en primera línea”, igual que los enfermeros y médicos. Los educadores han ayudado a que los niños sigan aprendiendo y se mantengan activos durante el cierre de las escuelas y muchos han proporcionado un apoyo y refugio importante a aquellos niños con necesidades más urgentes. Yo estoy siendo testigo del nuevo renacimiento de los educadores como una profesión noble y esencial en muchas partes del mundo.
Esta conmoción repentina puso a prueba a los sistemas educativos en cuanto a su flexibilidad, adaptabilidad y creatividad.
Cuando los padres han tenido que estar en sus casas supervisando la educación remota de los hijos, muchos han entendido lo difícil que es enseñar y asistir a aquellos que necesitan más ayuda que otros en su aprendizaje. Con suerte algún día, cuando termine esta crisis, más padres apreciarán todo lo que los educadores hacen y los respetarán como profesionales más que antes.
Los estudiantes se vieron obligados a quedarse en casa, algunos reciben educación en línea mientras que a otros les llega la tarea impresa por falta de conectividad. ¿Qué opina sobre la manera en que se enfrentó a la educación bajo las circunstancias del cierre de las escuelas?
Como dije, las escuelas no tenían ningún plan para enfrentar algo como la disrupción que la pandemia del COVID-19 causó en la educación. En algunos países existían planes para desastres naturales o condiciones climáticas extremas. Singapur preparó ensayos para situaciones de epidemia luego del virus SRAS del 2004, pero el nivel de pandemia del COVID-19 fue mucho mayor que cualquier otra cosa experimentada por los sistemas educativos en el pasado. En verdad fue muy sorprendente lo rápido que las escuelas alrededor del mundo cambiaron de la educación tradicional, cara a cara, a la educación en línea remota desde las casas. En Finlandia sucedió en 36 horas. En Australia tomó una semana. Pero considerando todos los aspectos de la salud, seguridad y educación que se debieron tomar en cuenta, creo que la transformación al modo de educación a distancia en la mayoría de los países fue bastante impresionante. Lo que vale la pena destacar es que en la mayoría de los países esta transformación del aprendizaje en las escuelas al aprendizaje desde las casas no alteró la “gramática de la escolarización”, lo que significa que la educación remota siguió la misma secuencia en cuanto a horarios y lógica que la de la organización de la enseñanza y aprendizaje en las escuelas. No conozco ningún sistema educativo que haya cambiado su modelo de aprendizaje cuando los estudiantes comenzaron a tener clases desde sus casas. El aprendizaje en línea y la tarea impresa intentó seguir las instrucciones y planes de las escuelas como si ninguna alteración hubiese sucedido. Yo creo que la razón por la que ocurrió esto es que simplemente no existía un plan B en las escuelas para algo tan radical como una pandemia global, en la que los niños no podrían asistir a las escuelas por meses.
Los educadores tuvieron que enfrentar el inesperado desafío de enseñar de manera virtual. ¿Qué opina sobre cómo los maestros han ido respondiendo a este cambio imprevisto? Y ¿cómo podrían mejorar sus habilidades para este abordaje?
Mi firme opinión es que los educadores en la mayoría de los lugares han hecho lo imposible posible al adaptarse a la educación y al aprendizaje remoto tan rápido. Esta es exactamente la razón por la que me gustaría incluir a los educadores en la categoría de trabajadores esenciales en primera línea de nuestras sociedades. Tenemos que recordar que en muchos países, incluso antes de la pandemia, los educadores ya se esforzaban mucho trabajando largas horas en situaciones cada vez más complejas en sus escuelas. Las autoridades en muchos países han esperado que los maestros y las escuelas hagan milagros para mejorar el desempeño de los estudiantes, eliminando las diferencias en los logros entre los niños pobres y los pudientes, integrando a los niños inmigrantes y refugiados en sus escuelas y cuidando a la creciente cantidad de jóvenes estudiantes con problemas de salud mental y comportamiento. Los educadores necesitan, obviamente, más entrenamiento y recursos para darle el mejor uso posible a las soluciones tecnológicas disponibles en sus escuelas.
La pandemia reveló que los niños no dejan de aprender cuando la escuela cierra, pero no aprenden lo mismo que se les enseñaría en la escuela.
También necesitan mejores condiciones de trabajo en muchos países para hacer lo que se espera que hagan. Es importante que las escuelas no sean vistas como instrumentos económicos en nuestras sociedades sino como una parte de la red pública de servicios que mantendrá a nuestras naciones saludables y seguras.
¿Qué es lo que la pandemia revela sobre las escuelas y el sistema educativo?
Esta pandemia reveló la prevalencia de inequidades que afectan cómo los niños aprenden en la escuela. Esto se hizo evidente cuando los estudiantes debían conectarse a las redes digitales de las escuelas desde sus casas para acceder a las clases virtuales y los materiales educacionales. En todos los países del mundo hubo padres que no tenían suficiente acceso a internet o suficientes dispositivos en sus casas para hacerlo. También hubo escuelas que no tenían las instalaciones adecuadas ni el personal entrenado para lograr una educación virtual. De acuerdo con algunas estimaciones -encuesta TALIS de OECD de 201- solo dos de cada tres escuelas en los países de la OECD tienen equipamiento y personal para insertar la tecnología como parte de la educación y el aprendizaje en las escuelas. En Australia, por ejemplo, solo la mitad de las escuelas desfavorecidas tienen estas condiciones mencionadas anteriormente. Está claro que no todos los niños tienen las mismas oportunidades para seguir aprendiendo de forma remota mientras sus escuelas están cerradas y su educación se debe dar a través de plataformas educativas digitales. Otra cosa que la pandemia reveló es que los niños no dejan de aprender cuando sus escuelas cierran. Muchos continúan aprendiendo en sus casas por su cuenta, pero no siempre las mismas cosas que se les pediría que aprendieran en la escuela. He recolectado evidencia anecdótica de educadores y padres, aquí en Australia, que propone que el aprendizaje a través del juego, aprender a cocinar platos en la cocina, y aprender a su propio ritmo y sus propias maneras puede llegar a ser muy gratificante y fortalecedor para los niños. Me han hecho muchas preguntas sobre cuánto los niños perdieron de aprender y la cantidad de semanas que se han atrasado en sus lecturas y en matemáticas debido al cierre de las escuelas. Sin embargo, creo que deberíamos enfocarnos en las cosas positivas y preguntarnos qué es lo que los niños han estado aprendiendo al estar en casa con sus familias. El aprendizaje intrínsecamente motivado y auto direccionado que hacen en sus casas puede llegar a ser mucho más poderoso y beneficioso a largo plazo que aprender algo para una prueba o examen en la escuela.
Desde que las escuelas no están funcionando, ¿observa algún impacto en los niños y adolescentes? Si es así, ¿podríamos esperar incluso más efectos?
Tengo tres hijos y como padre he aprendido que los niños son muy buenos escondiendo sus miedos y emociones negativas de otras personas, especialmente de sus padres. Todos los niños son diferentes, por supuesto, pero esta es la manera en que los jóvenes se protegen de las cosas malas. Dicho esto, me parece que todavía no hemos visto los efectos reales de la pandemia y el cierre de las escuelas. El distanciamiento físico y social, por ejemplo, puede ser muy difícil para los niños y jóvenes. Hemos visto que en muchos países el número de jóvenes que busca ayuda para su salud mental se ha duplicado. Más que nada me preocupan los problemas desconocidos que la pandemia está causando en los más pequeños. Pero, también pasaron cosas positivas. Los jóvenes han estado durmiendo más de lo que dormían antes de esta crisis, pasan más tiempo con sus familias, muchos aprenden a cocinar comida en sus casas y se cuidan unos a otros más que antes.
En Finlandia, según una encuesta hecha en abril durante la cuarentena, más del 70% de los padres dijeron que son más felices ahora que están en sus casas, que pasan tiempo con sus seres queridos y que duermen mejor. Al mismo tiempo, muchos de ellos sienten dolor por lo que le está pasando a la gente infectada por el virus y también están preocupados por el futuro. Creo que va a tomar un tiempo antes de poder decir con seguridad cómo la pandemia del COVID-19 afectó a las vidas de las personas en general.
La educación a distancia ha sido una opción desde marzo. ¿Podría nombrar alguna experiencia exitosa alrededor del mundo? ¿Qué similitudes y diferencias pueden observarse?
Debo admitir que aún no sabemos lo suficiente acerca de qué tan exitosa fue la manera en que los diferentes países han sobrellevado la educación remota. Es un hecho que por el momento no sepamos cuánto tiempo más durará esta situación anormal y cómo afectará a los sistemas educativos en los distintos países. Aquí en Australia, donde el año escolar es desde febrero hasta diciembre, no hemos tenido largas vacaciones que extendieran la cantidad de tiempo que los niños pasan fuera de las escuelas, como se ha hecho en América del Norte y Europa en donde los niños no han ido a las escuelas desde marzo. Como dije anteriormente, en general, ha sido sorprendente la rapidez con la que las escuelas y los educadores pasaron de la modalidad tradicional cara a cara al aprendizaje remoto desde sus casas. Sin embargo, lo que sí sabemos a partir de las primeras clases dictadas en una gran cantidad de países es que los sistemas educativos diseñados para ser flexibles y no burocráticos, descentralizados y no de gestión centralizada y basados en la confianza y no en la rendición de cuentas, han tenido más éxito en hacer que la organización de las clases de manera remota funcionen bien. Además, aquellos países en que el bienestar de los estudiantes ha sido una de las mayores prioridades dentro de la educación han tenido más facilidad para decidir cómo organizar la educación, apoyando el bienestar y la salud de los estudiantes mientras ayudan a los niños a seguir aprendiendo. Canadá, Dinamarca, Escocia e Islandia son algunos de estos países. Finlandia, que yo conozco muy bien, también se ha arreglado muy bien. La condición clave para el éxito ha sido la gran confianza de los padres y el resto de la sociedad hacia los educadores, también la flexibilidad y gestión descentralizada de los sistemas educativos, que da a las autoridades locales y a las escuelas mucha libertad para decidir cuáles son las mejores maneras para resolver los problemas que genera la pandemia.